martes, 13 de marzo de 2012

Bangla Desh, George Harrison, 1971

Los años de 1970 y 1971 no se les habrán olvidado, sin ningún lugar a dudas, a ningún ciudadano de Bangladesh que esté aún vivo. Porque es difícil que en tan poco tiempo se concentren tantas catástrofes para un pueblo como las que le cayeron a los bangladesíes durante aquel puñado de meses. 

Hacia 1970, Pakistán Este era una zona del estado pakistaní que quedaba separada por centenares de kilómetros de su parte principal. Esto la dejaba en una situación de poca atención por parte de los gobiernos de Islamabad, con lo que el sentimiento independentista fue paulatinamente en ascenso. 

Con todo, el conflicto tuvo un detonante bien específico: aquel año el durísimo ciclón Bhola devastó las costas del Pakistán Este. Para que os hagáis una idea de la magnitud del desastre, murieron más de medio millón de personas, que se dice pronto. Como contrapartida, el gobierno pakistaní no hizo prácticamente nada por paliar la catástrofe, con lo que los antiguos bengalíes consideraron que su paciencia se había terminado. 

Así, al poco de comenzar 1971, decidieron proclamar la independencia respecto a la parte occidental, lo que es la actual Pakistán. Y, con ello, provocaron una cruenta guerra plena de atrocidades que terminó con la victoria de los orientales y la confirmación del nuevo estado de Bangladesh. Sin embargo, como suele pasar en estos casos, todo aquello no fue necesariamente una fiesta para las gentes de allá, que a la penuria del ciclón añadieron las desgracias de la guerra de manera prácticamente consecutiva. La hambruna hizo estragos.

Uno de los más conmovidos por aquellos sucesos fue el músico hindú Ravi Shankar, que lo vio de cerca. Éste era amigo íntimo de George Harrison, amén de quién le enseñó a tocar el sitar. Así que apeló al ex beatle para que hiciera algo que atrajera la atención del mundo a aquel rincón devastado. ni corto, ni perezoso, Harrison reunió a sus colegas superestrellas (Eric Clapton, Bob Dylan, Ringo Starr, el propio Shankar...), los metió en el Madison Square Garden y, con ello, creó el primer superconcierto benéfico de la historia del rock: el famosísimo The Concert For Bangla Desh, todo un antecesor a los macroconciertos de los ochenta por África. 

Además, creó un tema especialmente para la ocasión, este Bangla Desh que traemos hoy al blog, y que todavía sobrecoge por su enorme dramatismo. Además, tuvo unas ventas muy buenas, aunque su mérito fue mucho más allá: convertir el rock en un instrumento de concienciación global. Una herencia nada despreciable.




Letra de la Píldora.

Hasta la próxima.

3 comentarios:

  1. Señor Alberca, me tiene usted muy decepcionado. He dejado pasar unos cuantos días, mientras la indignación anidaba en mi interior, pero hoy se ha pasado usted tres pueblos y medio... El mes pasado se cumplieron 40 años de mi extraordinaria e histórica visita a la China comunista, aquella que devolvió a los descendientes de Chiang Kai Shek al sitio de donde jamás debieron partir, esto es, a la nada. Ni más ni menos que les costó el sillón en la ONU, je, je! Yo, el gran Richard Milhous Nixon, el mayor visionario de la historia, fui a abrir el gran melón chino aunque fuese a costa de compartir el foco con Mao, que con el tiempo se ha convertido en un coleguita de lo más enrollado. Saluda, Mao! Coño, no se entiende lo que dice... Pues bien, en estas usted me saca lo de Bangladesh. ¿Será posible semejante afrenta? Ni una palabra dedica a mi histórica aportación y me viene usted a hablar de George Harrison, de los melenudos esos de los Beatles. No tuve bastante con aguantar al pirado de Elvis, que encima me habla usted del grupo del tal Lennon, maldita sea, que no se iba de nuestro país ni con matarratas. Y mire usted que lo intenté, de todas las maneras posibles. ¡Cojones! Hasta Chaplin entendió en su día que tenía que largarse.

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  2. Señor Nixon, si no fuera considerado humor negrísimo, usted tuvo unos efectos más devastadores que el Bhola, aunque es verdad que abrió a China a Occidente. Pero no me engañe: en realidad fue a colarles la Pepsi a los chinos (no lo niegue, era su agenda secreta de reunión, reconózcalo) hasta que no pegaran ojo con tanta cafeína.

    Admito que me he reído muchísimo con su enfermiza manía antimelenuda, aunque el "pirado" de Elvis como dice, en realidad, iba con la idea de convertirse en agente de narcóticos, como ya refirió por aquí hace tiempo. ¿Ve como no todos son tan mala gente, ni siquiera desde su punto de vista?

    Salude a Mao! Y pídale que le preste su gorrilla fashion, ya verá qué bien le queda, ji, ji...

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  3. ¡Me alegra ver que me copian el estilo, españoles! Pero hay que reconocer que yo tenía más salero que este Nixon de chichinabo. El auténtico, era un tio simpatiquísimo en petit comité, que nos descohonábamos con él... ¡Ay qué risa, cuando me acuerdo...! Le pasaba como a Aznar, que en privado contaba unos chistes de maños y putas que te meabas. Amén de recitar en catalán y en tártaro, haciendo al tiempo unas imitaciones del gran Eugenio que eran la monda, ya les digo. ¡Bueno Alberca, le saludo y le prometo intervenir un poco más. ¡Todo lo que haga falta para salvar este blog de la mediocridad, amigo!

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