martes, 31 de diciembre de 2013

John Newman, Love Me Again, 2013


Seguramente, los que esta noche despidáis el año entre copas bailando hasta más o menos las tantas de la madrugada -en función de lo que aguante el cuerpo o de lo que se tercie, cada uno que elija- os toparéis con este temazo soul de John Newman. Un británico que ha saltado de la noche a la mañana al éxito mundial gracias a su single de debut, este Love Me Again que ha acabado nada menos que en lo más alto de las listas de su país. 

Pero hoy no es día de rollos, si no de acabar el año con la máxima intensidad, ya que, en el fondo, es como queremos entrar al siguiente. 

¡FELIZ 2014, PILDORERAS Y PILDOREROS!





Hasta la próxima. 

viernes, 27 de diciembre de 2013

Malos tiempos para la lírica, Golpes Bajos, 1983


Posiblemente, estos son malos tiempos para los que menos tienen. Malos tiempos para los que van por libre. Malos tiempos para los que creen en un mundo más justo y mejor.

Pero -y disculpadme el topicazo- nunca fue más cierto que durante la pasada Nochebuena, en la que falleció el inimitable Germán Coppini, que corrieron malos tiempos para la lírica.

Por fortuna, nos quedamos con su música.




Hasta la próxima. 

lunes, 23 de diciembre de 2013

La canción del tamborilero, Raphael, 1965


Y llegó la Navidad. Así que no quiero pasar de estas fechas sin desearos unas Felices Fiestas e informaros de que las Píldoras ¡acaban de sobrepasar el MEDIO MILLÓN de visitas! Sois la leche, medio millón de abrazos para vosotros y vosotras y a por el próximo medio millón. 

En cuanto al tema de hoy, podría comentaros que es, junto a White Christmas, el más popular de la historia, y que nació poco más o menos justo cuando aquel se convertía en un himno de la mano de Bing Crosby. Podría comentaros también que lo ha versionado todo hijo de vecino, desde Johnny Cash hasta David Bowie, pasando por Alicia Keys, Jimi Hendrix o Bob Dylan

Pero todo ello palidece en nuestros pagos con la versión en castellano que Raphael hizo suya allá por mediados de los años sesenta, hasta el punto de convertirla en una de sus piezas más emblemáticas. 

Y sí, esta entrada también tiene mucho de guasa. Na na na na naaaaaa, na naaaa naaaa...

¡Feliz Navidad! 




Hasta la próxima. 

miércoles, 18 de diciembre de 2013

He Ain't Heavy, He's My Brother, The Hollies, 1969


Estar en los estudios Abbey Road en el verano de 1969 hubiera hecho las delicias de cualquier mitómano musical. Así, mientras que Pink Floyd ultimaba su álbum Ummagumma, los Beatles grababan por última vez como grupo el memorable LP llamado precisamente como los estudios. Entre su equipo técnico de grabación había, además, un jovencísimo auxiliar llamado Alan Parsons

Pues bien, en otra de las salas, The Hollies, ya entonces elevados al olimpo del pop británico, registraron este tema que, sin duda alguna, lo habréis escuchado cientos de veces. Porque, posiblemente, He Ain't Heavy, He's My Brother, sea junto a Bus Stop el tema más emblemático de la banda de Manchester. 

Sin embargo, no era suyo. Lanzado sin éxito poco antes, en el mismo 1969, por el hoy olvidado Kelly Gordon, su título tenía un cierto origen religioso, a partir de textos decimonónicos y de principios del siglo XX. Enseguida fue rescatada por la formación británica, cuyos majestuosos arreglos vocales la convirtieron, ahora sí, en un hit por todo el mundo.

Entonces, He Ain't Heavy, He's My Brother alcanzó el número uno en el Reino Unido, pero no sería la última vez. Muchos años después, en 2012, una nueva versión grabada benéficamente por gentes como Paul McCartney, Robbie Williams e incluso algunos de los miembros originales de The Hollies, volvió a coronar las listas británicas. 

Por cierto, como epílogo a tanta estrella y enlazando con el principio de la historia, el piano del tema de hoy fue añadido nada menos que por Elton John. Va, no me digáis que no os hubiera gustado trasladaros aunque fuera por un momento a un día cualquiera de junio de 1969 al número 3 de la calle Abbey Road. 




Hasta la próxima. 

domingo, 8 de diciembre de 2013

Sinfonía nº 7, II mov., Allegretto, Ludwig van Beethoven, 1813



Pongámonos hace exactamente 200 años, el 8 de diciembre de 1813. Estamos en la gran Sala de Baile de la Universidad de Viena. Está a punto de comenzar un concierto en beneficio de los soldados heridos contra Napoleón, el cual en aquellos mismos momentos está en retirada por Alemania y España, preparando la defensa de Francia. 

Los músicos presentes son la flor y nata del momento: pueden reconocerse, entre otros, al violinista Ludwig Spohr, al contrabajista Domenico Dragonetti o nada menos que al compositor Antonio Salieri, ya mayor y muy lejos de sus supuestas polémicas de décadas atrás con Mozart. Frente a todos, actuando como director de la inigualable orquesta, y ante una abigarrada audiencia de nobles, burgueses y generales engalanados con rutilantes uniformes de múltiples colores, el mayor músico de su tiempo y, tal vez, de la Historia: Ludwig van Beethoven. 

Aquel día, Beethoven, pasados los cuarenta años y ya entonces convertido en la celebridad que es ahora, estrenaba su Séptima Sinfonía, la cual se empeñó en dirigirla personalmente. Aunque tiempo atrás había sido admirador de la Revolución Francesa y de Bonaparte hasta el punto de casi dedicarle su Tercera Sinfonía "Heroica", acabó detestando al corso por considerarlo traidor a sus propios ideales además del responsable de las catástrofes que asolaban Europa. Por eso consideraba de lo más propio estrenar su nueva gran obra en beneficio de los caídos frente al "libertador" convertido en tirano.  

Tras el primer movimiento, vivace, arrancaron los acordes del segundo. A pesar de que no era un tema lento, contrastaba notablemente con la alegría de su antecesor, ensalzando así unos acordes cargados de dramática majestuosidad y solemnidad. El resultado no se hizo esperar. Allí mismo, el público pidió que se interpretara de nuevo: desde aquel mismo instante, quedó como una de las piezas más populares de toda la música clásica. 

Y tan popular. Hasta el punto de que, aún hoy, doscientos años después, no sólo sigue siendo frecuentemente interpretada -en el caso que os propongo, por parte del director alemán Carlos Kleiber en 1983- si no que es constantemente utilizada en bandas sonoras de cine. De todas ellas, me quedo con la que el director Tom Hooper hizo servir en la magnífica película El discurso del rey, donde ponía fondo al momento culminante del film, aquel en el que Colin Firth, encarnando al tímido y tartamudo Jorge VI, pronunciaba perfectamente su discurso a la nación anunciando la entrada de Gran Bretaña en la II Guerra Mundial. Si no lo habéis visto, os lo recomiendo. Es un momento, simple y llanamente, sobrecogedor.   

Y sin más, os dejo viajar de una vez a aquel frío día de diciembre de 1813. 



Letra de la Píldora. 

Hasta la próxima.